Enfermedades prostáticas

Cirugía de enfermedades benignas de la próstata

La cirugía se realiza cuando el paciente, a pesar de la medicación, presenta sintomatología importante, o cuando se detectan complicaciones graves derivadas de este crecimiento benigno.

Son el sangrado por la orina (denominada “hematuria”), la formación de piedras en la vejiga, la imposibilidad para orinar y ser necesario, por tanto, colocar una sonda vesical, o el fracaso renal.

Son cambios en la vejiga secundarios a la dificultad para orinar que provoca el crecimiento de la próstata. La presencia de una vejiga de lucha suele ser un hallazgo preocupante que precisa de un tratamiento adecuado bien con medicación, bien con cirugía, para solucionar el problema, ya que de otra manera, el paciente puede evolucionar de forma muy desfavorable.

Hay varias técnicas, pero básicamente consiste en quitar la parte de la próstata que ha crecido con la edad y que está causando problemas. Estas técnicas suelen ser endoscópicas (RTU de próstata, TCP, vaporización prostática con láser verde, enucleación con láser), es decir, mínimamente invasivas, y se realizan a través de la uretra, o conducto de la orina (transuretral). El paciente puede irse a casa orinando de forma satisfactoria a los pocos días tras la cirugía. Desde esta Unidad se ofrece una amplia experiencia en la cirugía de esta enfermedad, usando aquellas técnicas quirúrgicas más avanzadas que permiten ofrecer los mejores resultados.

No existe una técnica mejor que la otra. Cada una tiene sus ventajas e inconvenientes por lo que la elección de la técnica a escoger debe ser personalizada.

No. Estas cirugías sólo quitan la parte de la próstata que crece con la edad que es la que causa problemas. De esa manera se consigue una importante mejoría en los síntomas con las mínimas secuelas posteriores.

Cirugía del cáncer de próstata

La cirugía se realiza bien como tratamiento único en los tumores localizados (que no han salido fuera de la próstata), bien como parte de un tratamiento multimodal en tumores localmente avanzados o avanzados (cuando el cáncer está fuera de la próstata).

La cirugía recomendada para un cáncer de próstata es la prostatectomía radical. Dependiendo del caso, a veces es necesario asociar una linfadenectomía iliobturatriz ampliada.

Es una cirugía en la que se extirpa por completo la próstata y las vesículas seminales y parte de los conductos deferentes.

Consiste en la extirpación de los ganglios linfáticos pélvicos a los que drena la próstata y que son uno de los caminos por los que el cáncer puede diseminarse fuera de la glándula prostática.

Se realiza cuando analizando los datos y la información disponible sobre las características del cáncer a tratar, se estima que hay un riesgo superior al 5% de que el tumor se haya extendido a los ganglios linfáticos.

La prostatectomía radical se puede realizar vía abierta, con una incisión en el abdomen, o bien vía laparoscópica, a través de pequeñas incisiones en la piel y usando una cámara e instrumentos tales como tijeras, pinzas, puntos,… especialmente diseñados para esta técnica.

El objetivo es curar el cáncer con el mínimo de secuelas posibles.

Desde esta Unidad ofrecemos la cirugía de prostatectomía radical mediante abordaje laparoscópico, asociado a la posibilidad de preservación nerviosa, realizada por cirujanos con amplia experiencia en este tipo de cirugías. Creemos que este abordaje es el que mejor se ajusta a nuestro objetivo de curar el tumor con el mínimo de secuelas posteriores para el paciente.

La información a la que tienen acceso los pacientes sobre la cirugía prostática con cierta frecuencia es confusa, contradictoria y muy centrada en la tecnología. Aunque la tecnología a usar en la cirugía influye, no hay que olvidar que no deja de ser un mero instrumento que debe ser manejado por un cirujano que es, en última instancia, el que decide cómo usarla y cuyas habilidades determinan el resultado final de la intervención. Por eso para que una cirugía sea de alta calidad es muy importante que el urólogo que la realice tenga una dilatada experiencia en dicha técnica.

Desde la Unidad de Próstata ofrecemos una cirugía de alta calidad porque aunamos una tecnología avanzada como la laparoscopia, con técnicas quirúrgicas de alto nivel como la preservación nerviosa, realizada por urólogos de amplísima experiencia y un gran número de casos intervenidos durante su vida profesional.

El equipo de urólogos está liderado por el Dr. Rosino, urólogo de amplia experiencia, que realiza cirugía laparoscópica avanzada de próstata desde el año 2005, y es profesor en centros de formación nacionales y urólogo de referencia en esta técnica.

En manos de un cirujano experimentado en laparoscopia, este abordaje permite una recuperación más precoz del paciente, con menos dolor, menos días de sonda, y con una menor tasa de sangrado. Además, dado que la laparoscopia otorga una mejor visión de las diferentes estructuras, permite una cirugía más fina y precisa, con posteriores resultados muy satisfactorios, tanto desde el punto de vista de control del tumor, como en continencia de orina y mantenimiento de la función sexual.

La próstata está rodeada por una serie de nervios que intervienen en la erección del pene y en la continencia urinaria. Durante la cirugía clásica estos nervios se lesionaban con cierta frecuencia provocando en muchos pacientes incontinencia y pérdida de la erección (disfunción eréctil) como secuelas posteriores. Desde esta Unidad de Próstata y gracias tanto al abordaje laparoscópico como a la amplia experiencia en esta cirugía, se realizan técnicas avanzadas que preservan estos nervios que rodean la próstata (técnica de preservación nerviosa), lo que permite mantener una buena función sexual y una adecuada continencia tras la intervención.

En la mayoría de los casos sí. Desde esta Unidad de Próstata ofrecemos a nuestros pacientes, aparte de un tratamiento avanzado, un programa específico de rehabilitación de la función sexual y de la continencia. El objetivo es proporcionar no sólo la curación del tumor sino que el paciente pueda llevar una vida normal en todos los aspectos tras el tratamiento.